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  • Ideario de Seglares claretianos

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    Nuestra espiritualidad es la respuesta generosa, bajo la acción del Espíritu, al modo concreto de seguir a Jesús expresado en la vocación y misión que hemos recibido de Dios. Nuestra vida espiritual es el punto de confluencia del carisma y del compromiso misionero; donde se unen la llamada de Dios y nuestra respuesta personal a la misma (…) El Espíritu mismo, que ha sido enviado a nuestros corazones, es quien impulsa y dinamiza nuestra vida espiritual.(…) Ideario de los Seglares Claretianos. Nº28 En nuestra vida espiritual se funden en perfecta unidad todas las dimensiones de nuestra existencia: nuestra inserción en el mundo, nuestras responsabilidades y nuestras tareas temporales, nuestra acción, nuestra oración y nuestra vida sacramental, como expresiones inseparables de la realidad única e indivisible del amor con que amamos a Dios y a los hombres. Ideario de los Seglares Claretianos. Nº29

¿Cómo se vive hoy día la espiritualidad?

En nuestro entorno más cercano, creo que no hay un interés excesivo por lo espiritual. En la sociedad en general tal vez está tomando un cierto auge el “culto al espíritu”, a través por ejemplo de la proliferación en la práctica de las técnicas orientales. Quizás esto sucede sobre todo entre personas de más elevado nivel cultural. Si es cierto que entre los grupos de gente joven, cuando la meditación, el retiro espiritual se práctica y se llega a tener un cierto hábito, se convierte en necesidad…Pero a veces resulta difícil pararse, considerarlo necesario, en una sociedad en la que el ritmo de vida es acelerado y telo van imponiendo, en la que prima ante todo lo material.

Nos acordamos de la espiritualidad, especialmente, cuando “truena”, es decir cuando las dificultades, los problemas, los sufrimientos… hacen mella en nuestro ánimo y nos vemos cansados, faltos de esperanza, sin salida, sin un rumbo… Es ahí cuando más necesitamos poner nuestro interior en orden, encontrar la paz… Y es ahí dónde tanto el creyente (a través de la oración) como el que se llama a sí mismo ateo (con técnicas de meditación…), se aferra a lo “espiritual” para hallar ese sosiego de su “alma”

Sin embargo los cristianos, las personas de fe, somos conscientes permanentemente de la necesidad del cuidado de nuestra espiritualidad (sacramentos, oración…) Sabemos que es imprescindible tener “lo espiritual” en nuestras vidas, para no ser arrastrados por la corriente del mundo, para no ser alejados de los valores del Reino. Pero a veces se hace difícil llevarlo a efecto a pesar de saberlo importante porque andamos sumergidos más en la “acción”, en las “obras” y sin darnos cuenta relegamos a un segundo plano la espiritualidad.

Para vivir un camino espiritual encontramos una gran dificultad en el ritmo de vida muy acelerado. En general, tenemos falta de tiempo para todo. Dejamos a un lado aquello que es aparentemente menos “rentable” o más complicado de realizar. Así, dentro de nuestro ser cristiano, tal vez se prima más la “acción”, que la oración y el potenciar la espiritualidad. Buscamos “frutos palpables” y la oración no siempre da ese tipo de “frutos”.Hay que ser voluntarioso y constante para comenzar a ver logros y beneficios.

Por otro lado, tal vez nos falta ponernos en manos de maestros de la oración (podríamos pensar a veces que ya somos bastante “grandecitos” para que nos “enseñen”), nos solemos anquilosar en lo viejo, “en lo que hemos hecho toda la vida” (¿Cuántos estamos dispuestos a buscar nuevas vías?) o incluso no encontramos ambientes adecuados (lugar, momento…).

Desde nuestra opinión, la espiritualidad claretiana hoy debe ser una espiritualidad de “oración en la acción”, en la que se debe dedicar “suficiente tiempo” a la oración con la Palabra de Dios y a la oración contemplativa. Aunque también para la Eucaristía, sacramento esencial. En definitiva, tiempo para el encuentro con Dios. Siendo esos momentos de oración los que nos “impulsan”, “catapultan” hacia la acción. Por otro lado, la “acción”, evangelizadora y de construcción del Reino constituye a su vez, a través de los hermanos, un momento fuerte de encuentro con Dios.

Rasgo característico de esa espiritualidad también es su carácter “cordimariano” (con y desde el corazón, con y desde María). Imagen que lleva asociada, la “Fragua”…en la oración debemos ser modelados al estilo de Cristo, al igual que lo es el acero en la fragua, gracias al intenso calor y a los atinados martillazos.

Para vivir espiritualmente, la vocación seglar nos brinda como gran posibilidad la conexión con muchas realidades diferentes, fuera del ambiente eclesial y en la mayor parte de las veces en poca conexión con él. También con personas (sacramento de Dios), que pueden estar muchos de ellos alejados de la fe o incluso reacios a ella. Esta exposición a un ambiente “hostil” es en parte un problema y a la vez una oportunidad de purificación, dado que continuamente te invitan a cuestionarte todas tus creencias, las ponen en tela de juicio… (Conchi)